viernes, 14 de enero de 2011

Prólogo

Era invierno. Llovía con fuerza sobre las calles de la ciudad. Eso es un detalle sin importancia pero, sin embargo, lo recordaré para el resto de mi vida, pues ese día fue el más lluvioso de aquel año y también el que lo cambiaría todo y marcaría un antes y un después en mi rutina.
Era 17 de octubre del año 2000 y por aquél entonces yo sólo tenía seis años. Me encontraba en mi cuarto, a oscuras y sin querer dormir pues estaba muy nerviosa. Mi padre había llamado al teléfono de casa, alegando que le quedaban diez minutos para llegar por fin de su largo viaje, en el que en su ausencia mi hermana Karen había cuidado de mí. Pero eso fue dos horas atrás. Pensé que sólo habían pasado cinco minutos, pero fueron dos largas horas en las que me negué a pensar que le había ocurrido algo a mi padre.
La puerta de mi cuarto se abrió, haciéndo que me volviera con ilusión. Pero no era él, sino Karen.
-Hola, pequeña- saludó con una sonrisa- ¿Y papá?
-No ha llegado- respondí dejándo que me abrazara.
-¿Cómo? Pero si me llamó hará un par de horas, decía que ya estaba llegando.
Me encogí de hombros. Lo mismo sabía yo de él.
Unos golpes vacilantes en la puerta de entrada sobresaltaron a mi hermana, que me cogió en brazos y bajó las escaleras hasta el salón. Creo que no hace falta decir que las dos deseábamos que fuese papá. Pero una vez más, no era él.
-¿Karen Lawliett?- preguntó el hombre, mientras mi hermana me dejaba en el suelo y lo dejaba pasar.
-Soy yo- respondió con cautela. El policía hizo gestos a un segundo para que escribiera algo en un bloc y a un par de hombres más para que entraran en casa.
Y entonces, supe que nada bueno saldría de esta visita a tan altas horas de la madrugada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario